Mal parqueado - Notas & Historias del Caribe

Últimas

Publicidad Intermedia

test banner

jueves, 6 de febrero de 2020

Mal parqueado



Por: Jhan Carlos Castro

Después de ese percance vivido ya ni siquiera salgo a la esquina y las razones son la inseguridad. Asombrosamente no tiene nada que ver con la delincuencia común, sino con la propia Policía Nacional.

La batalla ya no se libra con el bandido sino con los civiles armados que quieren fastidiarte la tarde. El nuevo código policial y sus sanciones tanto pedagógicas como económicas son piedra de tropiezo para el barranquillero amante de la música y de la sana recreación ¡ya ni música se puede oír en la terraza de la casa!, para variar, decidí salir a un parque con un libro y medio paquete de cigarros. Todo estaba tranquilo puesto que trate de sentarme lejos de los amantes del fitness que corrían y se ejercitaban en el parque (por aquello del cigarrillo).

 Empezó a oscurecerse y los vecinos aledaños empezaron a llegar al parque, había mucho ruido y muchos niños. Así que siendo consciente de mi cigarro, me reubiqué.

Estaba tan concentrado en mi libro que no sentí la moto a mis espaldas, ellos tan astutos llegaron con la moto apagada como si se tratara de una emboscada a un narcotraficante o el pillo más pillo del sector. El agente "saludó"a mis espaldas, era un cachaco de voz basta que al saludar me hizo dar un brinco que ahogó mi concentración mientras desenmarañaba la estirpe de los Buendia de Gabo.

EL PROCEDIMIENTO.

Todos en el parque veían, mientras el agente con su voz me explicaba lo nuevo en guarachas para ellos, “el nuevo código policial”. Me dediqué a escucharlo y a preparar en mi mente la defensa, si en caso tal me tocaba defenderme. Exigió mis documentos y se los entregué pero al solicitar una requisa me pareció extraño y le pregunté a qué se debía. Él simplemente manifestó que era rutina, yo accedí porque la mejor pelea es la que se evita.

Cuando se aseguró de que no tenía nada, preguntó qué llevaba en un pequeño bolso que traía conmigo. Me lo intentó arrebatar de las manos y yo no se lo permití, forcejeamos un poco y le dije que si quería ver que había en el bolso me permitiera vaciarlo en el suelo. Su acompañante dijo que me calmara, que si no les permitía realizar el procedimiento me llevarían a la UPJ por escándalo en la vía pública y desacato a un ente de seguridad. (Típica escena del policía bueno y el malo).

Estas palabras ocasionaron en mí una fusión de rabia y temor. Ya había escuchado a personas contar historias reveladoras sobre Unidad de Prevención y Justicia, que el trato era muy malo para los reclusos, que es un infierno de fuerte olor a orín y de indigentes poseídos por el encierro, que no se entiende nada de lo que habla y que los policías de guardia son los jefes que reparten bolillazos a diestra y siniestra.

Presuntamente los patrulleros reciben un sin número de beneficios al llevar individuos a la UPJ, esto en busca mostrar a los entes de control resultados positivos porque si no hay reclusos, ¿para que serviría entonces?.

Yo no quería averiguar si era cierto, ni tampoco quería convertirme en estadística, ni muchos menos en motivo de permisos de dos agentes que fastidiaron mi lectura
.
Cuando saqué todo del bolso levantaron la caja de cigarrillos, la abrieron, la olieron, me miraron (lo cual sentí como provocación) e inmediatamente la desecharon al suelo. Les pregunté que cuál era la razón de su falta de respeto y la necesidad de hacerme pasar una vergüenza como esa, ellos manifestaron que sintieron olor a marihuana y se bajaron a verificar. Me reí, llegaron con la moto apagada para evitar ser escuchados por mí, les pregunté que si era extraño ver a una persona tranquila tratando de educarse mientras fumaba en un parque, respondieron que el parque es un sitio de libre esparcimiento y recreación.  Yo les contesté explicando que eso hacía, y que, si el cigarrillo era la problema a nadie molestaba pues estaba muy lejos de la gente, precisamente por eso me había movido para evitar inconvenientes.

EL TRASLADO



Más que civiles armados son portadores de orden y seguridad pero me parecía asombroso estar en una situación donde sentía que mi vida corría peligro, la amenaza de trasladarme a la UPJ no salía de mi cabeza y a eso se debía mi estrés y poca pero visible exaltación.

Un mal procedimiento es notable desde que el agente omite el "SEA" (saludar,escuchar,actuar) a mi no me dieron la posibilidad de expresar mi situación y siempre una amonestación verbal será más efectividad que un comparendo o traslado a la unidad de prevención y justicia. Ya llevaba más de 20 minutos ahí parado, alegando y exponiendo mis razones pero ellos hambrientos del "positivo" llamaron a la "Duster" y ahí empezó en verdad el calvario.

Tardó aproximadamente 30 minutos en llegar los cuales sentí eternos, llegué a pensar que no aparecería y que me dejarían ir con un comparendo o contravención, de cualquiera forma ambas para mi eran igual de graves, pensé en mi hoja de vida de profesional recién graduado sería manchada por dos agentes que no tuvieron reparo en llevarme por "estar mal parqueado" como burlonamente ellos le llamaron a mi situación.

De la Duster se bajó un superior de los agentes, este solo me miró y me indicó que sería trasladado "por mi seguridad" a la unidad de prevención judicial y que saldría en 24 horas.

Fue un instinto de supervivencia quizás vacilar para subirme pero me tomaron de los brazos y me ingresaron a la fuerza. Dentro de la cabina se corta el oxígeno por el olor a sudores, los vidrios polarizados imposibilitan la vista de afuera hacia adentro siempre están arriba no hay tampoco para perillas para bajarlos. Hay firmas de otros desafortunados por toda la cabina, se lee escritos ofensivos contra la  policía y las siglas ACAB( ALL COPS ARE BASTARDS) están por doquier.
Me pasearon por la ciudad, buscando más positivos, estuvimos en el barrio Sanpachito muy cerca a un sector conocido como el "bolsillo", ahí realizaron una parada, entraron a una casa y después de un rato salieron felices como su hubieran cobrado una quincena. Después recorrimos toda la carretera del nuevo malecón del río pasando revista a otros agentes que prestaban su servicio.

En el estadio Romelio Martínez, subieron a un indigente que dormía placidamente en las afueras, también a un limpia vidrios de procedencia venezolana que no portaba documentos, con el cupo lleno ya no quedaba más que tomar rumbo hacia el "hotel"como los agentes le decían, sorprendido quedé cuando me informaron que la UPJ ya no se encontraba en la calle 30 con la carrera 8, ahora yacia sobre la avenida Cordialidad mucho más lejos de mi casa.

Llegamos y el nombre de afuera no me parecía conocido, podía leer por la ventana "Unidad de Servicios Especializados en Convivencia Ciudadana y Justicia" UCJ. Una nombre más largo pero amigable con todo el que lo alcanzará a leer.

Al bajar se escuchaban abucheos y algarabía a lo lejos, claramente eran los reclusos que ya habían dado su respectivo paseo por la ciudad, afuera solo hay un mesón donde nos tomaron unos datos y huellas  también hay una celda pequeña donde estaban tres personas de dudosa sexualidad. El limpia vidrios exclamó que tenía sed y fue directo y sin vacilar a una pluma escondida detrás de la celda externa, ya él había estado ahí.

Nos pasaron a una recepción donde en un mesón nos sentaron a todos, llamaron a uno por uno por nuestros respectivos nombres, nos tomaban una foto con una cámara pequeña y después a sentarse nuevamente. El silencio en la sala era eterno, solo se escuchaban gritos alejados. Uno de los agentes de la recepción de apellido "Lloreda" nos hizo pasar a una especie de baños pero sin retrete, se dividía por cubículos, allí nos pidió que nos quitaremos cordones, correas y cadenas, todo lo que pudiera ser material asfixiante contra nosotros mismos, luego nos pidió desnudar y que nos dejáramos los boxers, luego uno por uno fue obligado a bajarse el calzón, agacharse y toser tres veces fuertemente, una humillación. Lo que se busca en este procedimiento es verificar que llevábamos algún tipo de material prohibido o estupefaciente oculto en nuestros genitales.

LA EXTORSIÓN


Lloreda salió y regresó un agente moreno alto, de lentes y voz más amigable. Nos manifestó que para el era difícil ver caras no peligrosas en la unidad y que sería más fácil si le colaboramos con el excelente comportamiento. Reveló que dentro de la celda éramos nosotros vs los "chirretes". Que solamente faltaba verificar las cantidades de dinero que portábamos y así evitar inconvenientes al momento de entregarnos nuestras pertenencias. Ese día la quincena entera no la había retirado solo tenía 20 mil pesos conmigo. Inspeccionó las cantidades de cada uno y luego salió, nos ordenó que nos vistiéramos rápidamente, que había llegado una "neverita" con más positivos y que necesitaba los cubículos.

El corazón lo tenía a mil por hora, los ojos agitados a la expectativa de cualquier movimiento extraño dentro de esa especie de baño. Lloreda regresó y sacó de la sala al indigente y al venezolano. Solo quede yo ahí, el temor se apoderaba de mi cada vez más, solo quería salir corriendo y no pisar más nunca esa unidad. Quedé por un momento solo en mi cubículo hasta que regresó el agente que me puso en esa situación, me dijo que me iba a colaborar pero que por obligación debía ingresar a la celda, me derrumbe en ese preciso momento y el queriendo animarme explicó que solo serían un par de horas mientras se iba su Mayor de la unidad, que era mejor 2 horas que 24. Me pidió que dejara caer el billete de 20 mil en el cubículo y que saliera sin mirarlas para atrás.

Camino a la celda el olor a orines y excremento aumentaba, en una celda habían trevestis, en la siguiente mujeres y en la última y la más grande solo hombres, era en realidad triste ver donde estaba y cómo me sentía, con personas en situación de calle, coletos que a pesar de hablar castellano no se les entendía nada de lo que decían, eran como especie de códigos, mal hablaban los códigos numéricos de los policías cuando se comunican por radio, había gente durmiendo en el suelo y otros sentados en círculos hablando y a la expectativa de cualquier movimiento por parte de los guardas, presuntamente ellos entraban ahí y si no les caías bien te llevaban a otra celda de donde regresabas como una nazareno, explicó un recluso. Las paredes estaban como las cabina de la Duster, totalmente rayados con marcador y lápiz.

Las horas pasaron lento, afortunadamente alguien dentro de la celda hizo conversación conmigo y me quedé justo a su lado buscando compañía para domar el sopor de lo que faltaba. No había ninguna pluma cerca y tenía sed. El protocolo para tomar agua era convencer al guarda que te permitiera salir de la celda pero casi imposible, ellos se paseaban y se hacían los de la vista gorda.

Regresó el agente que me realizo el procedimiento,  por un momento olvide la extorsión y le sonreí como si fuera mi amigo, me sacó de la celda, me llevó a la externa en la entrada de la unidad donde estaban dos homosexuales y ahí finalice la hora que debía. Un agente regresó, me llamó por mi nombre y me levanté del suelo rápidamente, tenía mi bolso y en el todas mis pertenencias entre esas el libro y la caja de cigarros todavía desechada, solo se salvó un solo cigarrillo.

Me subieron a la neverita solo,  salí de ahí con un agente amigable que me preguntó porque me habían cogido, yo le dije que por estar "mal parqueado" en un parque leyendo. El dejó salir una risotada contagiosa y otra vez pude reír después de ese calvario. El conducía afanosamente y me pregunto dónde vivía, yo le dije que lejos, que donde me dejara me servía. El insistió y le di la ubicación de mi casa. Se asombró. Me dio una respuesta de taxista, "yo para allá no voy" .Me dejó tirado en cualquier parte de la ciudad. Me bajé de la patrulla después de casi 4 horas de estar retenido inocentemente con una gran enseñanza: Jamás te sientes en un parque a leer, puede ser peligroso.

1 comentario:

Publicidad Final

test banner