El Torito una historia de valor, lágrimas y tradición
cultural
La
familia Fontalvo revive desde el mes de enero un avivamiento cultural que ya
cumple 140 años en la historia de las fiestas de La Arenosa.
Por William Ahumada Maury
Especial Notas e Historias del Caribe
El
espíritu guerrero de Mwene Kongo viene poseyendo a los líderes de la familia
Fontalvo de Barranquilla desde el 20 de enero de 1878.
Son
ciento cuarenta años en los que cuatro generaciones de esta familia, se
habituaron a que, desde inicios de año deben dejar de lado sus humildes trabajos y –bajo el influjo del espíritu de Mwene
Kongo- se convierten en danzantes de una heredad africana de coloridos guerreros
de la alegría.
Del
tronco familiar de los Fontalvo el primer poseído fue Elías, cuando apenas
tenía doce años.
Su
noble corazón obrero se convirtió en bastión de fortaleza bravía ese 20 de
enero de 1878. Descendiente directo de negros e indígenas a esa edad Elías ya admiraba la belleza de las danzas de El Toro
Grande y solicitó ingresar a esa danza.
“Le
dijeron que no. Era muy niño, tenía doce años, y no querían correr riesgos con él” relató uno
de los directivos del Toro Grande.
Al ser
rechazado Elías regresó furioso a su casa. Habló con su familia, elaboró una
bandera gigante y la plantó con nombre de Danza El Torito. Hoy, 140 años
después, aún ondea orgullosa, dándole vida y alegría al humilde barrio San
Roque.
“La bautizaron El Torito porque los primeros miembros de la danza eran en su mayoría niños que se revelaron a “los viejos” de la danza El Toro Grande”, precisa el abogado Víctor Martínez.
Los
poseídos para danzar hasta el agotamiento eran gente como Elías Fontalvo: vendedores
del mercado, obreros de construcción, vendedores ambulantes, coteros, pescadores,
vendedores de lotería, taxistas, camioneros, dueños de restaurantes…por lo
general gente muy pobre.
Por
allá por 1878, esos primeros elegidos eran descendientes directos de negros
libertos, indígenas andariegos e inmigrantes que instalaron sus casas cerca al
naciente mercado de Barranquilla para vivir del comercio menor. Así se fundaron
los barrios Rebolo, San Roque y las Nieves, ahí mismo, a orillas del rio Grande
de la Magdalena y cuna de las primeras danzas de negro que hoy son orgullo de
nuestras fiestas.
La vida
les había negado todo y asumían el respiro de las fiestas carnavalearas como
un bálsamo que les recargaba el alma
para enfrentar los desafíos de la pobreza por el resto del año.
Los secretos de la danza
A
principios de enero todos escuchaban el llamado de una tambora lejana y salían
de sus casas como poseídos para concentrarse en la calle del Comercio, entre las
carreras Concordia y Hospital, hoy calle 34 entre carreras 33 y 35, barrio San
Roque.
No
necesitaban organizarse para hacer algo que les era ordenado desde el alma.
Sólo cerraban los ojos para asimilar las notas de una tambora de golpes
bravíos, pero nostálgicos. Entonces el influjo de Mwene Kongo les ordenaba
danzar en una coreografía que asimila siempre los movimientos de guardia cerrada con las que sus
ancestros guerreros acechaban a las tribus enemigas, allá en África.
“Tres
por el frente, con los brazos lazados, mirando altivos, de frente y con tono
serio y seguidos por filas de hasta 60 individuos. Se desplazan medio agachados
y respondiendo con sus coros varoniles a un repique de tambora que hechiza a
los espectadores. Es uno de las coreografías más hermosas de la danza” señala
Moisés Pineda, antiguo miembro de la danza.
Todo
era un desorden organizado, en donde la voz de Mwene Kongo no se escuchaba…se
sentía gritar por dentro.
Con Elías
Fontalvo Jiménez, llegaron al primer llamado de Kongo, en 1878 su hermano
Marcos, su primo Carlos Fontalvo Contreras, Vidal Mantilla De la Hoz, Ezequiel
Díaz Algarín y su esposa Zenaida, Marcos Páez. A ellos se unieron primos,
cuñados, amigos, vecinos, conocidos. Todo aquel que sintiera hervir en su
sangre la herencia africana.
Ese
primer año los Fontalvo y su enorme red de súbditos bailaron y bebieron sin
parar. Luego, el miércoles de ceniza, la posesión terminó y los Fontalvo
volvieron a ser los Fontalvo de siempre.
África en Barranquilla
Todo en
esta danza revive las tradiciones sociales de los habitantes de la república
del Kongo, en la lejana África. En la danza local hay guerreros que conviven
con disfraces de león, gorila, cebra, toros y serpientes de enorme tamaño.
Por ser
danzas guerreras en un principio no se permitía la participación de las
mujeres. Entonces hombres con ropas femeninas las reemplazaban. Se pintan el
rostro, hacen machetes de madera y fabrican capas con símbolos dorados para
recrear el origen de su realeza. Las flores en los turbantes son homenaje a la
naturaleza del Caribe, las serpientes símbolo de virilidad en los danzantes,
los versos son mofa, desafío y desahogo
ante cualquier opresión.
Si bien
en las épocas en que eran libres en la lejana África los guerreros cantaban
para agradecer a sus dioses por las cosechas; en los palenques de Cartagena de
Indias, los cantos eran para mofarse, gritar su tragedia a los amos y una forma
de negarse a dejar perder su cadencia cultural.
Por eso
los versos hoy son divertidos o punzantes, tiernos o filosóficos, pero siempre
llaman la atención del espectador. Hay versos que se han mantenido por años
como herencia inmaterial que protege la organización del carnaval de
Barranquilla.
El más
antiguo de la danza El Torito, aún se canta:
En el año sesenta y ocho
El Torito se fundó
Y en recuerdo de su padre
Campo Elías la prosiguió.
Domingo
“Mingo” Pérez, el cantante eterno de la danza, ahora con sesenta años al frente
de músicos es famoso por sus versos guerreros:
Toca toca ese tambor
Que te van a regañar
En la Batalla de Flores
Tú también sabes tocar
Toca toca ese tambor
Y acábalo de romper
Que ya conseguí otro cuero
Pa´ mandarlo a componer
Las batallas en las calles
Por su naturaleza
guerrera las danzas en Barranquilla, solían enfrentarse violentamente cuando
coincidían en la calle.
“Entonces las danzas recorrían
a Barranquilla para visitar a familiares, amigos y parientes. Cuando se
encontraban los versos eran dedicados a mofarse del otro grupo y terminaban en
batallas reales”, recuerda el investigador cultural Moisés Pineda.
El actual director de la danza El Torito Alfonso Fontalvo Torres, reunió de joven a todas las danzas y decretaron sólo agredirse "con cultura".
Elías Fontalvo
1878-1930)
Campo Elías Fontalvo (1930-1962).
Marco Fontalvo de las
Aguas (1962 -1970)
Alfonso Fontalvo Torres,
hoy dice estar evaluando a su heredero,
entre sus hijos y nietos…(1970- )
Pero año tras año, cuando inicia el mes de enero el espíritu de Mwene Kongo, posee a los Fontalvo en las calles del barrio San Roque de Barranquilla, hasta el miércoles de ceniza…(1878….)
Hola William y Rita, felicitaciones por ese espacio para darle una mirada distinta a la vida. Con orgullo y beneplácito registro el nacimiento de ese nuevo medio de comunicación con un trabajo hecho por verdaderos periodistas para la gente. Notas e historias del Caribe es un nuevo refuerzo a quienes hemos creído que el periodismo de hace con visión positiva. En medio de la pandemia hay que dejar de contar cifras de contagios y muerte para contar historias de vivos y gente que al motor deja un legado cultural invaluable. Bendiciones para ustedes desde Pasaporte Caribe seguirá apoyando su tarea.
ResponderBorrar