NUESTROS GUERREROS VIII - Notas & Historias del Caribe

Últimas

Publicidad Intermedia

test banner

jueves, 29 de octubre de 2020

NUESTROS GUERREROS VIII


Luis Eduardo Pinto el Policía que más sabe  de Simón Bolívar en Colombia


Entró a la Policía abrumado por la violencia y encontró en la obra de Simón Bolívar la razón para engrandecer a la institución. Es el Policía más condecorado en la historia de Colombia.

 

Por William Ahumada Maury

Fotos archivo Luis Eduardo Pinto

 

Cuarenta y seis minutos y trece segundos después de iniciar su disertación - centrada en la llegada del general Simón Bolívar a tierras colombianas y su posterior fallecimiento  – el dragoneante Luis Eduardo Pinto Fuentes, hizo la pausa del final, miró a los delegados que se cocinaban bajo las luces de la televisión, apiñados en la cámara mortuoria de la quinta de San pedro Alejandrino, fijó nuevamente su vista en su varita mágica, y se dejó arrullar por un atronador aplauso.

Los delegados de catorce países latinoamericanos, invitados especiales del Gobierno español, diplomáticos europeos y periodistas del mundo, estaban de pie aplaudiendo al diminuto uniformado que los había cautivado por los profundos conocimientos que mostró sobre la vida y obra del libertador de las Américas, esa calurosa mañana del 24 de julio del año 1983.

Después del aplauso, sostenido por más de 30 segundos, el presidente de Colombia Belisario Betancur Cuartas rompió el protocolo,  atravesó el estrecho círculo humano que atrapaba al dragoneante Pinto contra una pared y la cama donde expiró el Libertador - y abrazó con profundo respeto al guía histórico de la quinta de San Pedro Alejandrino.

Foto entrada a la Quinta de San Pedro Alejandrino. Cortesía es.wikipedia.org 

El presidente Betancur estaba impresionado.

Antes de la llegada de los delegados del mundo a la ceremonia, organizada por el Gobierno Colombiano para conmemorar el Bicentenario del Nacimiento del Libertador Simón Bolívar, el mandatario se había reunido en privado con el dragoneante Pinto y  ordenó ser muy puntual con el tiempo en su disertación:

-Esto es muy importante Pinto. Usted tiene 15 minutos cerrados, o menos,  para detallar la llegada del Libertador a Colombia y su muerte. Esté pendiente a mis señas, cuando yo se lo ordene, se despide y pasamos a otra parte del programa – advirtió con severidad el mandatario nacional.

Pinto - designado por la Policía Nacional como relator y divulgador de la vida y obra del Libertador Simón Bolívar en la histórica quinta de San Pedro Alejandrino – sentía una enorme presión sobre sus hombros. Esa ceremonia había sido preparada con diez meses de anticipación por la Casa de Nariño y los delegados de presidencia lo habían acosado recordándole permanentemente lo estricto del tiempo en que los presidentes, delegados, diplomáticos europeos, invitados especiales y periodistas del mundo debían recorrer las instalaciones.

Pero ese día las cosas se complicaron.

Llegaron más de quinientos visitantes de todo el mundo. Las terrazas, pasillos, prados, jardines y habitaciones de la Quinta de San Pedro estaban apiñadas de personas vestidas de estricto saco y corbata. Había un calor infrahumano y las luces de las cámaras de televisión elevaron la temperatura de los asistentes de manera peligrosa. Dos carpas de la Cruz Roja atendían a ciudadanos que colapsaron abrumados por la elevada temperatura.


Fachada Quinta de San Pedro Alejandrino. Cortesía Museo Bolivariano

-Cuando llegaron a la cámara mortuoria lógicamente no cabía un alma allí. La cámara era una olla de presión, todos se abanicaban y el presidente Belisario Betancur me miraba con la mano lista para hacer la seña del fin - Recuerda con una sonrisa de satisfacción el dragoneante Pinto.

Y agrega:

-Yo estaba preparado e hice lo que toda la vida me nació: relatar con pasión la vida y obra de mi general Bolívar, hacer énfasis, vivir con la gente la vida del libertador. Por eso los detalles,  por eso sus palabras las declamé con sentimiento, por eso investigué lo mínimo; porque me nace relatar esa historia – precisa.

Cuando el dragoneante Pinto inició su intervención todos guardaron silencio en la quinta. A todos llamó la atención, que el dragoneante, hacía permanentes pausas en su discurso, levantaba su varita mágica, la miraba con curioso detalle y proseguía con su disertación.

Vestido con el impecable vestido policial número tres, pantalón verde, camisa manga larga caqui, guerrera, zapatos lustrados y corbata negra bien ceñida al cuello, el cabello impecablemente organizado Pinto –de 45 años en ese entonces- estaba lleno de confianza y atrapó con su dicción perfecta y ceremonial – con ligero acento español – con lujo de detalles y seguridad a los presidentes y delegados hacinados en la recamara donde murió Bolívar. En las pausas para respirar el dragoneante Pinto miraba con detenimiento su inseparable varita mágica, como buscando detalles de sus discursos.

Cerraba los ojos y seguía extrayendo de su cerebro datos, fechas, descripciones, situaciones, relatos y vivencias del Libertador Simón Bolívar en tierras colombianas.

-Yo miraba de reojo al presidente Betancur pero él me hacía señas con sus manos blancas y delicadas: “siga…siga”. Pasaron los minutos y ya llevaba media hora de disertación, y él me decía “siga…siga”. Todos estaban callados en el recinto. Recuerdo que cuando hablaba de la importancia que siempre le dio el general Simón Bolívar a su hamaca, miré al presidente decidido a saltar a la última etapa, pero noté que estaba extasiado escuchándome y me hizo seguir. Cuando terminé todos aplaudieron a rabiar. Sorprendido, sentí ganas de  llorar – asegura.

Foto ex-presidente Belisario Betancur. Cortesía extra.com.co

Después de los aplausos llegaron los abrazos de los presidentes y sus delegados. Uno de los más impresionados fue el presidente de Venezuela Luis Herrera Campins, un hombre corpulento, de copiosa cabellera plateada, que esa mañana se estaba asando dentro de un traje gris de saco y corbata que ajustaba a su abdomen para disimular una obesidad  prominente.

-Felicitaciones señor Pinto. Gran disertación ¿Pero dígame, que significa ese señalador para usted? Veo que siempre que va a hablar de un detalle mira la varita mágica - preguntó el mandatario intrigado por la importancia de una varita de 82 centímetros, bien pulida y barnizada que el dragoneante Pinto nunca soltaba.

-Señor presidente, mis respetos, este señalador es un simbolismo, Es un instrumento que llevo siempre para hacer pausas, es una guía que me permite pensar - respondió Pinto con profunda humildad.

-¡Ahhh es que pensé que era una varita mágica! ¿Será que esa varita sabe cuándo nació este servidor?

Muchos de los concurrentes estallaron en risas ante la pregunta del presidente de Venezuela. Pinto conservó la seriedad, miró con detenimiento la varita mágica y respondió con su acostumbrada dicción pausada de locutor de iglesia:

-Su excelencia, el presidente de Venezuela Luis Ernesto Herrera Campins, nació en Acarigua, estado de Portuguesa, Venezuela, un 4 de mayo de 1925, es abogado, periodista y… -  la respuesta de Pinto fue interrumpida por otra salva de aplausos.

Esa misma tarde, ya en medio de un brindis en un inmenso salón, en un hotel cercano a la bahía, el general Alberto Matamoros D´Costa, entonces ministro de la defensa, invitó a Luis Eduardo Pinto a un lado del salón y lo felicitó en presencia del presidente Belisario Betancur:

-Usted, Pinto, es un ejemplo para nuestros jóvenes. Señor presidente, a este hombre hay que premiarlo. Pinto, prepare maletas usted y su familia van de viaje al lugar que usted escoja. Dígame, ¿qué lugar del mundo desea conocer?-

Luis Eduardo Pinto se sintió muy honrado. Sonrió nervioso y dudó antes de responder:

-A Venezuela mi general. ¡Quiero conocer Venezuela!-

El general Matamoros sonrió. Lo miró intrigado y repreguntó:

-Pinto, Pinto, Pinto, piense en otro sitio. Imagínese Grecia, Italia, España, las Islas Canarias, intentó convencer el general, gesticulando con sus manos mientras miraba una lámpara del techo -

-Mi general agradezco su muy generosa oferta. Pero me decido por Venezuela. Quiero investigar a fondo la vida de mi general Simón Bolívar - respondió Pinto tajantemente.

Veinte días después el dragoneante Luis Eduardo Pinto era uno de los delegados diplomáticos de Colombia ante el gobierno Venezolano. Allí se sumergió en lo más profundo de la fascinante historia de vida del libertador Simón Bolívar, sus guerras, sus amantes, sus hábitos más desconocidos.



Un día cualquiera, mientras ordenaba su oficina en la Quinta de San Pedro Alejandrino, lo sorprende un mensajero que le entrega una encomienda:

-Era una caja grande de cartón. Alguien anónimo me envió un señalador (varita mágica) de la madera original que crece en el Museo Nacional de Caracas. La persona que la envía me agradece el interés por conocer la vida del Libertador y me confirma lo siguiente en una carta adjunta: “Usted dijo en su disertación en Santa Marta que el sarcófago que contenía los restos de Bolívar median exactamente 1.74 centímetros de largo. Yo lo medí –acá en Venezuela - y confirmé esa información. Por eso, para premiar su dedicación,  le envío este señalador de lujo, con mango de aleación de plata y punta de bronce”. Ese detalle me llena de emoción – indica.

Luis Eduardo Pinto nunca supo si el vistoso señalador fue enviado por el mismísimo presidente Luis Herrera Campins. Lo conserva aún, más de cuatro décadas después.

Pero este hombre pequeño, elegante, jovial y de finos modales, no había ingresado a la Policía para ser el valioso uniformado con más conocimientos sobre la vida del libertador Simón Bolívar en Colombia. Pinto, en realidad,  había entrado a la Policía Nacional siguiendo un oscuro sentimiento de venganza, destrucción y muerte.

Su corazón había sido destrozado por el incomprensible de la violencia cuando apenas pasaba los nueve años de edad. Una horda de bandoleros – conocidos en Colombia como la chusma - se tomó en asalto la finca Santa Helena, un predio enclavado en las orillas del rio Cusiana, en los llanos orientales, que recién habían adquirido sus padres. Esteban Pinto y Melissa Fuentes, varios hermanos, primos y empleados de la hacienda fueron masacrados a machete.  

-Los conocían como la chusma. Con la muerte de Jorge Eliecer Gaitán enloquecieron y vivían del pillaje a las fincas. Mataron a mis padres, a mis hermanos y primos. Mataron hasta los perros, me salve porque me escondí detrás de unas materas. Se llevaron hasta los caballos, eso me dejo marcada el alma. Por eso, tan pronto cumplí la edad ingresé a la Policía, que para ese tiempo era municipal. Me aceptaron e ingresé a la escuela Gonzalo Jiménez de Quesada el primero de septiembre de 1959  – recuerda.



Estando aún en periodo de prueba en la escuela de Policía, Pinto fue llamado a una oficina de comando. Saludó a un coronel de la sección de sanidad sonando sus tacones y escuchó varias preguntas que lo hicieron perder el color.

-Pinto ¿usted para que ingresó a la Policía? ¿Está seguro que llega aquí por vocación? ¿Dígame que quiere ser cuando salga como Policía? A ver lo escucho señor dragoneante –

El coronel tenía en sus manos la hoja de vida de Luis Eduardo Pinto Fuentes y confirmó que ese alumno había sido víctima de la cruel violencia. Sabía que podría intentar utilizar el uniforme policial con fines personales. Pinto tomó aire y respondió:

-Mi coronel no se mentir. Cierto yo soy víctima de la violencia, pero quiero ser una persona renovada por una Colombia renovada. Quiero servir a mi Patria mi coronel – respondió con firmeza ceremonial.

El coronel guardó silencio con una preocupación marcada en su frente. Pero lo dejó salir y no ordenó su desvinculación. Pinto sintió que lo estaban vigilando. Días después, tuvo salida a casa y fue sorprendido por una inundación que lo dejó sin sus bienes personales más valiosos. Entre las pertenencias que se llevó la creciente estaba un libro que recién había comenzado a redactar a lápiz, en hojas de un cuaderno escolar. Lo había titulado AX x 9.

Pregunto: ¿Por qué ese nombre Luis Eduardo, AX x 9?

-Estaba cegado por la sed de venganza y posiblemente estaba planeando ejecutarla vestido como Policía. Mi libro lo iba a titular AXx9: A, significaba el valor de la vida humana, la X es el mal de la violencia del hombre por el hombre, x signo de multiplicación y, 9 mis padres, hermanos, primos y tíos asesinados por los bandoleros en ese horrible asalto a nuestra propiedad. Fueron nueve familiares amados que perdí  – responde y guarda profundo silencio.

El llamado de su superior y la señal de Divina - al hacer desaparecer en la inundación el libro que guiaría su proyecto de venganza - disiparon en el corazón de Pinto los deseos de cobrar sangre con más sangre.




Ya como dragoneante de la Policía fue designado corregidor en Dibuya, la Guajira. De allí su jefe inmediato, el capitán Luis Carlos Prada Blanco, lo encarga como cartógrafo del  departamento de Policía del Magdalena, a donde llegó el 5 de febrero de 1958, para sembrar por siempre allí su corazón.

La llegada del dragoneante Luis Eduardo Pinto a la quinta de San Pedro Alejandrino se dio por un llamado de la academia de historia del Magdalena. Se somete a una prueba de 83 preguntas y es designado “Guía histórico, relator y divulgador de la vida y obra del Libertador Simón Bolívar”:

-Admito con infinita humildad que no sabía mucho de la vida y obra de Bolívar cuando llegué a Santa Marta. Mi sentido de responsabilidad por el trabajo me motivó mucho a leer. Para atender visitantes, que son personas interesadas en aprender, yo debo saber algo. Por eso me empeciné en leer, leer y leer. En mi casa tengo cuatrocientos veinte libros de Bolívar que he comprado en mis viajes por el mundo. La mayoría los he leído más de una vez. Y siento que no se mucho de la inmensa vida y obra de nuestro libertador – asegura.

Y le pregunto:

¿En qué momento se entera usted que esto es lo suyo?

-Desde el mismo momento en que me dieron ese cargo y comencé a leer la vida de mi general. Es fascinante investigar a Bolívar, cada vez sientes más ganas de entender su pensamiento - asegura.

Desde entonces el dragoneante Pinto se dejó poseer por el espíritu aventurero del Libertador Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios Blanco Sojo y Villegas. Y llegó a conocer tanto que obnubila a quien lo escucha. 

¿En números francos, cuáles son los tres soportes más admirables del Libertador?

-La guerra, el amor y la correspondencia- responde sin pensar.

Nuevamente levanta delicadamente la varita mágica con las dos manos, cierra sus ojos, como haciendo un esfuerzo para leer letra menuda y habla con la precisión de un ingeniero electrónico:

 - En la guerra, se documentó que Bolívar será por mucho tiempo el guerrero más eficaz conocido, puesto que venció en 37 batallas y  472 combates a lo largo de seis millones de kilómetros cuadrados, lo que equivale a darle a pie tres veces la vuelta al globo terráqueo. O lo que es lo mismo 128 mil kilómetros lineales. En cuanto a la correspondencia mi General Simón Bolívar dictó –desde cualquier sitio en donde se hallase – 5.543 cartas y proclamas conocidas y en el amor se conoce que tuvo una esposa, 4 amantes y 42 novias, aunque no dejó hijos conocidos – asegura

Una nutrida delegación de estudiantes universitarios antioqueños, vistiendo pantalones desteñidos, camisetas de colorines y con mochilas colgadas a los hombros ingresa ruidosa por los pasillos. El dragoneante Pinto se esmera por atenderlos, los hace caminar sobre el piso de ladrillos rojos de la quinta. Todos guardan silencio mientras escuchan hablar al hombre que más sabe sobre la vida de Simón Bolívar en Colombia  y lo aplauden al terminar. 

Uno de los jovencitos, tratando de conocer la importancia de la varita mágica en la que Pinto parece consultar sus dudas, pregunta con su voz en proceso de maduración:

-Vea pues, como sabe esa varita ¿Será que esa varita sabe cuándo fundaron Medallo? –

El término callejero que simplifica entre la juventud el nombre de la ciudad de Medellín no agrado al guía histórico de la Quinta de San Pedro Alejandrino. Congeló al joven con una mirada severa, levantó su varita y leyó desde adentro la respuesta:

-En la historia está que la ciudad de Medellín tiene dos fechas conmemorativas sobre su origen. Una dice que la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín fue fundada el 2 de noviembre de 1675, la otra dice….-

Pero Pinto no pudo terminar su respuesta. Los estudiantes reprendieron al impertinente compañero y siguieron escuchando a Pinto, como hipnotizados.

En el pecho de este humilde bogotano de corazón samario ya no cabe una exaltación más; ha sido reconocido con la Gran Cruz de Bastidas, la medalla de los Servicios en la Policía Nacional, la Medalla del Servicio del Ejercito de Venezuela, con la réplica de la espada del Libertador entregada por el entonces presidente Hugo Chaves Frías, la Gran Cruz al Mérito Policial entregada por el presidente Andrés Pastrana Arango, exaltaciones y condecoraciones de universidades y decenas de diplomas honoríficos.




La Policía Nacional creó en su nombre la exaltación “Medalla de la Protección y servicios Especiales cabo segundo Luis Eduardo Pinto Fuentes”, para honrar –en su nombre- a ministros, científicos, educadores, diplomáticos, por sus logros.



Lo miro y pregunto:

 ¿Por qué nunca ascendió si pudo haberlo hecho con su prestigio y pensionarse con el sueldo más alto?

Por primera vez no levanta su varita mágica. Me ausculta con su mirada y dice:

-Nunca me interesó el sueldo de mis compañeros. Quiero que la ciudadanía, los estudiantes, los amantes de la vida de Bolívar me recuerden como el dragoneante Luis Eduardo Pinto. Si por mí fuera estuviera todavía en la Policía Nacional con ese mismo grado, permanecí al servicio de la gente por 48 años, 4 meses, 14 días y 16 horas y quiero que me recuerden siempre como el dragoneante Pinto…-

Se levanta, organiza su cabello plateado con las manos y sonríe como un abuelo complaciente a un curso de ruidosos niños que llegan a interrogarlo sobre la vida de Bolívar… 


1 comentario:

  1. A mi corta edad, siendo el mas joven del segundo semestre de Comunicación Social y Periodista, en la Universidad Autónoma del Caribe, agrupados en un salón con más de 80 estudiantes, siempre supe que todos mis compañeros serian magos de la palabra como suelen decirle a los costeños en Bogotá, Ah... perdón, excepto aquella niña que estaba repitiendo segundo por cuarta vez. William Felicitaciones.

    ResponderBorrar

Publicidad Final

test banner