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martes, 3 de marzo de 2020

Lo dice “El Pavo”: El barrio Abajo es el Macondo de Barranquilla



Por Dayanna Díaz Chávez

La magia está en el ambiente, la magia se respira.
Está en las esquinas. Está en los ojos vivaces de los jubilados que juegan dominó y ríen escandalosamente rodeados por sus vecinos de siempre. En la actitud despreocupada y la mirada autoritaria de las mujeres que se abanican debajo del almendro. Está en la inocencia de los niños que juegas fútbol en la calle destapada.



La magia está en la imagen adormecida de los pescadores que tendieron sus anzuelos al pie de los cocoteros hace cuatro décadas. La magia está en todas partes. En la música de los picós que atrapa  a los jóvenes  en una burbuja de euforia y los convierte en danzarines incansables de los pegajosos ritmos africanos. La magia está en el caminar despreocupado y la eterna sonrisa de los Bajeros mismos.
Si. Definitivamente, el barrio Abajo es el Macondo de Barranquilla.



Definitivamente en el Barrio Abajo todos parecen vivir en el Macondo de  Gabriel García Márquez. Desde el momento que se pisa el barrio todos somos víctimas de una descarga de energía que nos revitaliza. Todo parece irreal y más si lo visitas en medio de la euforia del carnaval.

Las calles llenas de pinturas de colores. La gente –como despreocupadas de la trepidante realidad que azota a Colombia con sus permanentes malas noticias- se sientan a la sombras de los árboles a ver pasar a la gente anormal por sus frentes.  En sus temas de conversación, la guerra, la muerte y la corrupción con su rosario de tragedias,  casi no existen.

Entonces el visitante siente la necesidad perentoria de preguntarle al creador de Macondo y encuentra la respuesta en Cien Años de Soledad:“Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto”. Este fragmento del libro de Cien Años de Soledad parece describir con extraordinaria fidelidad lo que se vive en el barrio Abajo en la época previa al carnaval.  Este, en realidad, es un barrio irreal.



Los bajeros siempre están iluminados con una sonrisa. Se muestran dispuestos a ayudar al vecino.  Muchos dicen que la felicidad permanente de ellos es heredad del carnaval de Barranquilla y eso tiene mucho de cierto. La fiesta popular más grande, colorida, valiosa e ingeniosa de Colombia, el Carnaval de Barranquilla, tiene su génesis en el barrio Abajo.



Cuando Gabo hace referencia: “nadie era mayor de treinta años y donde nadie había muerto”, esto también lo podemos ver en el Barrio Abajo. La gente que habita este lugar, parece que estacionara su crecimiento en las tres décadas; esa edad en la que todos soñamos en grande, en donde nos queremos comer el mundo y siempre hay un brillo en los ojos, lo que es sinónimo optimismo y donde siempre pensamos que mañana será un nuevo día y la vida nos dará otra oportunidad.  
En el Barrio Abajo la gente no muere del todo. Sólo muere físicamente, puesto que siempre están presentes en las mentes sus hermanos, tíos, primos, vecinos, compadres,  como un recuerdo latente que se mantiene en el tiempo,  a través del legado del amor.  A propósito encontramos a un hombre delgado, no muy alto, de ojos claros y de cabello del color de la nieve.
La gente aprendió a amarlo sólo por el hecho de ser fabricante de hermandad.  Lo reconocen por vender  las mejores bolas e’ trapo de la ciudad y otros por ser un entrenador entregado a los jóvenes, su nombre es Alfonso Enrique Correa.



Hace setenta y ocho años Alfonso perdió a su padre; no recuerda muchas anécdotas con él, debido a que cuando el viejo se fue  Alfonso tenía pocos años de vida. Sin embargo guarda una fotografía suya y siente el amor de su padre a través de la mirada aguileña  del viejo.

Siguiendo con la relación del  Macondo del realismo mágico del Nobel García Márquez y el Macondo Barranquillero, encontramos que los dos se detienen en el tiempo, en donde la alegría de sus personajes y el bien común de la aldea los une. El carnaval de Barranquilla es el cordón umbilical del barrio Abajo con la razón de ser de la alegría del barranquillero.

Hasta este punto muchos se preguntaran ¿por qué solo se puede disfrutar con plenitud del carnaval en el Barrio Abajo?, dicha pregunta ha generado incertidumbre en personajes como José Ignacio Cassiani, más conocido como  “el Pavo”, un bajero clásico, Rey Momo del 2008, el cual dijo que era sencillo “el Barrio Abajo tiene una magia inexplicable y eso es lo que lo convierte en el Macondo de Barranquilla. Debe ser por ese exquisito componente étnico que nos forma: Tenemos sangre africana, indígena y de inmigrantes europeos corriendo por las venas.  Por eso, somos creativos, alegres,  inagotables para trabajar, inteligentes, astutos, románticos. Definitivamente somos los habitantes de un mundo de fantasía que llamamos Macondo, el Macondo de Barranquilla. Lo que se vive en este barrio no se puede vivir en otro, estar todo el año en tónica carnavalera solo lo puede  hacer el Barrio Abajo”, dice.



“Es un barrio mágico de Barranquilla”, dice el académico barranquillero Jaime dela Hoz Simanca. Y agrega:
“Es un micro mundo donde se mueven muchos personajes, historias, en fin una amalgama de hechos y circunstancias en donde se produce toda una fusión de situaciones que es lo que permite que sea un punto de referencia de Barranquilla. Por eso  lo califican como una especie de barrio mágico”, expresó Jaime de la Hoz, un reconocido periodista barranquillero.

PRIMERA PARTE…

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