Por: Danilo Arenas Ordóñez
Darenas02@gmail.com
Describir con
palabras a Alfonso Segovia, se queda uno corto, debido a que son sus trazos,
sus obras, sus pinturas quienes lo definen claramente y eso lo ha llevado a
abrirse puertas en los Estados Unidos, donde reside hace varios años y donde
triunfa dÃa a dÃa.
Este artista nacido
y criado en Barranquilla, exactamente en las calles del barrio ParaÃso, estudió
su bachillerato, en el colegio Enrique Niessen, allà a un costado de la iglesia
Las Tres AvemarÃas, colindando en lo que era el arroyo de la calle 84.
Sencillo, humilde y
siempre mamador de gallo, transcurrió la juventud de este ñero talentoso, que
escogió la Comunicación Social como su profesión y fue asà como un dÃa
cualquiera se inscribió en la Universidad Autónoma del Caribe, de su natal
Barranquilla, donde realizó sus estudios superiores.
Sin lugar a dudas
nunca abandonó su sueño interior como era la pintura, el arte y fue en Estados
Unidos, en Chicago, donde dio rienda suelta a ese anhelo. Con el transcurrir de
los años ha logrado hacer una realidad ese sueño que tuvo desde niño.
Él mismo lo ha
plasmado en sus brillantes obras que ha expuesto en las mejores y más famosas
salas de arte de Estados Unidos.
El Alfonso Segovia como artista
En su presentación
asà lo narra, textualmente:
“Alfonso Segovia
siempre ha mostrado admiración y respeto a la naturaleza desde que era un niño.
El primer dibujo y poema de Segovia se basaron en dos mariposas que volaban
alrededor de un limonero simultáneamente, durante sus dÃas de kindergarten. Las
mariposas eran un Monarca y una Macaón que alejaron a Segovia de la clase. El
artista estaba en su propio mundo, haciendo caso omiso de las llamadas
insistentes de la señora Ernestina en ese momento, provocando que ella tirara
de las orejas de Segovia para despertarlo de su sueño. Cuando la maestra se dio
cuenta de lo que el artista habÃa pintado y escrito en el papel, decidió
tomarle una fotografÃa a Segovia, quien él rechazó inmediatamente. La profe Ernestina insistió, y sentó a Segovia en frente de una mesa, y dándole un lápiz y una
libreta, ella llamó a su hermano para que le tomara una foto al pequeño
artista.
La imaginación del
joven artista voló una vez más rápidamente cuando vio al hermano de la maestra
aparecer detrás de un gran paño oscuro, sosteniendo una cámara de extensión de
madera sobre un trÃpode. El artista pensó por un momento que un monstruo
saldrÃa por la lente de la cámara, y continuó insistiendo en que no querÃa
tomarse ninguna foto. El sonido y la brillante luz del flash capturaron el
momento serio del artista y la maestra agarró la nota que Segovia escribió
después de eso: "estúpida maestra". Esas simples dos palabras le
costaron al muy joven Segovia ser golpeado 50 veces en cada una de las palmas
de sus manos, y luego ser arrodillado sobre granos de maÃz, frente a una pared
blanca, sosteniendo un libro en cada mano en señal de cruz. Él no lloró...
¡pero eso nunca terminó con sus sueños y pasión por pintar, escribir, esculpir
y por la vida!
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